La competición bien entendida es buena para los niños, pero nunca sabes el arbitraje que tendrás, como entenderá el otro equipo la competición, como actuará el público ( los padres de los niños) ante este panorama negativo, la competición no puede ser tan buena.
Es por esto que debemos distinguir entre competencia y competición.
La competencia es, simplemente, superar a un contrario. Sin embargo, participar en una competición debería ser una sesión más de entrenamiento semanal en la cual, al otro equipo, se le debe ver como un grupo de compañeros a los que no hay que superar simplemente, sino aprender con ellos.
No debe preocuparnos los resultados de estas sesiones, solo debe preocuparnos el que los niños asistan con la única idea de entrenar, aprender y divertirse.