Educad a los niños y no
será necesario castigar a los hombres (Pitágoras)
PAPÁ, ¿ Qué estás haciendo?
No sé como decírtelo,
seguramente crees que lo haces por mi bien, pero
no puedo evitar sentirme raro, molesto, mal.
Me
regalaste un balón cuando apenas empezaba a andar,
aun no iba a la escuela cuando me apuntaste a jugar a balonmano, me gusta
entrenar durante la semana, bromear con los compañeros y jugar los fines de
semana como lo hacen los equipos grandes.
Pero cuando
vas a los partidos, no sé. Ya no es como
antes, ahora no me das una
palmada cuando termina el partido, ni me
invitas a un bocata.
Vas a la grada
pensando que todos son enemigos. Insultas a los
árbitros, a los entrenadores, a los jugadores, a otros padres…
¿Por qué
has cambiado? Creo que sufres
y no lo entiendo.
Me
repites que soy el mejor. Que los
demás no valen nada a mi lado. Que quien diga lo contrario se equivoca. Que
solo vale ganar.
Ese entrenador del
que dices que es un inepto, es un amigo. El que me
enseñó a divertirme jugando.
El chaval que el
otro día salió en mi puesto ¿ Te acuerdas? Si hombre, aquel a quien estuviste
toda la tarde criticando porque no sirve ni para llevarme la bolsa, como tú dices…ese
chico está en mi clase, cuando le vi el lunes, me dio vergüenza.
No quiero
decepcionarte. A veces pienso que no tengo suficiente
calidad, que no llegaré a ser profesional y que no me ganaré la vida con esto,
como tu quieres.
Me
agobias. Hasta he llegado a
pensar en dejarlo, pero me gusta tanto…
PAPÁ. POR FAVOR. NO ME OBLIGUES A
DECIRTE QUE NO QUIERO QUE VENGAS MAS A VERME JUGAR.
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